Hoy les quiero hablar del Miedo porque el motivo de mis consultas últimamente ha sido para tratar este tema, tanto jóvenes como adultos se sienten atrapados por este sentimiento. Es por eso que considero de suma importancia facilitarles un poco de información para que empecemos a aprender a conocernos a nosotros mismos y saber cuándo estas emociones que son normales hasta cierto punto empiezan hacer ruido en nuestras vidas.
Por eso voy a comenzar explicando ¿Qué es el miedo?
¿Qué es el miedo?
El miedo es una respuesta fisiológica de nuestro cuerpo frente a un peligro. Frente a un peligro, el miedo se activa de dos maneras: ataque o huída.
El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo está relacionado con la ansiedad.
Existe miedo real cuando su dimensión está en correspondencia con la dimensión de la amenaza. Existe miedo neurótico cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el peligro.
¿Cómo podemos saber que una persona es miedosa?
Para las personas miedosas el mundo está lleno de peligros: puede sobrevenir una epidemia, un accidente nuclear o una catástrofe natural, y quién diga lo contrario, miente. Lógicamente es para estar asustado, lo que no entiendes es por qué la gente continúa con su vida como si no estuviéramos en riesgo de Apocalipsis. A continuación algunos pensamientos de alguien con miedo.
El mundo no es un lugar precisamente amistoso. El mundo es un lugar hostil.
El futuro es oscuro. ¿Qué va a ser de mí el día de mañana? Es una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez. Las personas miedosas ven el futuro con pesimismo y no pueden entender a esas otras personas optimistas y sonrientes que están muy seguras de que se van a comer el mundo.
Lo sé, pero no lo puedo evitar, es otra de las respuestas de alguien miedoso. El miedo es irracional y la mayoría de los miedos que tenemos son superables. Es algo que sabemos, pero hasta que no los superemos no podremos evitar sentir la angustia, la ansiedad o los nervios en cada una de esas situaciones.
Después de pasearnos por la definición nos podemos hacer la siguiente pregunta y ¿cómo hacer para gestionar el miedo?
Me gustaría darte algunas claves que te indicarán la ruta a seguir.
En primer lugar te invito a Conocer a tu Enemigo.
Lo primero que tendrás que hacer es ponerle cara a tu miedo. Realmente, si lo piensas bien, a lo que tenemos miedo es a lo desconocido. Haz visible tu miedo. Ponle nombre:
- Miedo al fracaso.
- Miedo a exponerte ante los demás.
- Miedo al rechazo.
- Miedo al qué dirán.
- Miedo a la pérdida de un ser querido.
- Miedo a la enfermedad.
- Miedo a perder algo
- Miedo a brillar.
- Miedo a ser señalado.
- Miedo a la soledad.
- Miedo a la vejez.
- Miedo al sufrimiento.
Estos son solo algunos miedos. ¿Te identificas con alguno?
Lo peor de vivir obsesionado con algún miedo es el estado de ansiedad que éste produce, no dejándote disfrutar de una vida plena. Realmente el miedo está relacionado con un peligro presente e inminente. Sin embargo, la ansiedad hace referencia a la anticipación de un peligro futuro.
También será importante que no te juzgues por tener ese miedo. Acéptalo. Aunque no lo creas, está ahí para algo. Él tiene una intención positiva, aunque a priori no puedas verla.
Será bueno que escribas en un papel ese miedo, que lo veas fuera de ti. Compartirlo con gente cercana es también una buena idea. Comprobarás que a medida que hablas de él su nivel de intensidad va disminuyendo.
De esta manera estarás cambiando tu representación interna negativa y convirtiéndola en otra positiva, la cual te haga automáticamente producir resultados eficaces. Tenemos que aprender a aumentar los circuitos del éxtasis y cortar la corriente a los circuitos del dolor.
Una vez que descubrimos las diferentes maneras de representar las cosas y como nos afectan, podremos hacernos cargo de nuestra propia mente y empezar a representar las cosas de modo que nos animen a luchar en lugar de limitarnos quedándonos paralizados por la emoción del miedo. Es como descubrir un manual de instrucciones para tu cerebro.
Segunda parte. ¿Cómo enfrentar el Miedo?
Lo peor de vivir obsesionado con algún miedo es el estado de ansiedad que éste produce, no dejándote disfrutar de una vida plena. Realmente el miedo está relacionado con un peligro presente e inminente. Sin embargo, la ansiedad hace referencia a la anticipación de un peligro futuro.
También será importante que no te juzgues por tener ese miedo. Acéptalo. Aunque no lo creas, está ahí para algo. Él tiene una intención positiva, aunque a priori no puedas verla.
Algo sumamente importante a realizar es la toma de conciencia de cómo el miedo se expresa en tu cuerpo. Pensamiento, corporalidad y emoción forman una triada indivisible y los tres se retroalimentan.
Es posible bajar el nivel de intensidad de una emoción a través de cambios corporales y cambios de pensamiento. Rompe con la expresión del miedo en tu cuerpo. Cambia de postura cuando éste empiece a expresarse. Si tu respiración se acelera, haz ejercicios de respiración para relajarte. Haz respiraciones abdominales. Intenta que sean lentas y profundas. Así ya estás cambiando la fisiología. El miedo tiene su propia respiración (corta, frecuente y entrecortada)
El siguiente paso es descubrir qué historia hay detrás de tu miedo. Descubrir cuándo empezó y qué es exactamente lo que lo origina. Será bueno que plasmes por escrito tus aprendizajes.
Al conocer el origen y causa de tu miedo podrás preparar un plan de acción para minimizar su impacto. En muchas ocasiones este miedo te advierte de ciertos recursos que necesitas para solventar la situación con garantías. Escucha a tu miedo. ¿Qué recursos te pide?
Toda emoción tiene una intención positiva de base. Te tocará a ti descubrirla.
Puedes convertir tu miedo en tu aliado. Descubre para qué está ahí, qué está pidiendo que hagas. Así podrás convertirlo en tu fiel escudero.
Déjame que te cuente algo sobre el miedo. Las investigaciones de Yerkes-Dodson en su teoría de la U invertida demuestran que hay una relación entre el miedo y la eficiencia en el rendimiento. Sus estudios probaron que mantener un nivel óptimo de miedo puede mejorar el rendimiento de tus acciones.
Cuando te planteas un objetivo y éste no es lo suficientemente retador no se activa la emoción del miedo, minimizando así tu rendimiento. De la misma forma, cuando la reacción del miedo es excesiva y sobrepasas el nivel óptimo el miedo te bloqueará emocionalmente y te entorpecerá la acción. Lo adecuado es mantener ese nivel óptimo de miedo para así poder ser tu mejor versión.
Tomar nota de los recursos que han contribuido a que hagas las cosas de manera diferente es de suma importancia. Toma conciencia de tus éxitos anteriores. Toma conciencia de los recursos que utilizaste para alcanzarlos. Eres un ganador. No vivas como un perdedor. Toma conciencia de todos tus talentos y cómo puedes ponerlos a tu servicio ante la situación desencadenante del miedo.
Bajo estas situaciones de miedo nos podemos hacer la siguiente pregunta, ¿qué es lo peor que nos puede pasar? Toma conciencia del peor escenario posible si decides enfrentarte a tu miedo. En la mayoría de las ocasiones el peor escenario posible es bastante mejor que las consecuencias que tendrá en tu vida el no enfrentarte a tu miedo, ahora. ¡Actúa! Tus sueños te esperan.
En muchas ocasiones el miedo se comporta como un fiel mensajero previniéndote de la situación peligrosa e informándote de que es posible que te falten algunos recursos para salir airoso de la misma.
Haz una lista de acciones que puedan minimizar el impacto de los peores escenarios posibles. Ahora la probabilidad de éxito seguro que aumenta, disminuyendo de esta manera la ansiedad y el miedo que te provoca la situación desencadenante.
Hazlo poco a poco. Enfréntate gradualmente a tu miedo. Experimenta situaciones donde ese miedo se proyecta en muy baja intensidad para después ir subiendo la intensidad de las experiencias. A esto se le llama Desensibilización gradual.
Si tienes miedo a hablar en público estará bien empezar exponiéndote poco a poco. Empieza hablando en grupos reducidos y en situaciones controladas (reuniones de amigos, reuniones de vecinos, reuniones de trabajo). Después puedes empezar en contextos más grandes. Puedes pedir pronunciar algunas palabras en ciertos eventos donde seas invitado (fiestas, bodas, bautizos, etc). Paso a paso verás cómo la expresión del miedo irá disminuyendo.
Según Joseph E. LeDoux, famoso neurocientífico nacido en Luisiana (EEUU) en 1949, lo que contribuye al proceso de extinción del miedo es habituar al córtex prefrontal para inhibir las aferencias a la amígdala (parte del cerebro encargada de la respuesta emocional, sobre todo la respuesta ataque-huida). Ve poco a poco.
Recuerda que fallarás todas las canastas que no intentes. Haz que tus sueños sean más grandes que tus miedos. No vivas a medias por miedo a vivir. Actúa, entra en acción poco a poco y verás que al final te gustará enfrentarte a tus miedos para ir avanzando hacia tus sueños.